(8 de octubre de 1538)
Advertencia:
Enviada desde Milán, un año después de la apertura de la
primera Misión en Vicenza.
Destinada a su brazo derecho, P. Bartolomé Ferrari y a los
tres Colegios Paulinos que trabajan en Vicenza.
Carta atormentada, escrita quizás en retazos de tiempo, en
los excasos momentos libres de sus apremiantes ocupaciones.
Se advierten además los síntomas de un cansancio físico.
Las preocupaciones son tantas; los compromisos muchos y agobiantes;
sin embargo el corazón es vivo y el pulso es firme. No abdica de su
responsabilidad.
Desnuda su corazón, dejando ver claro su afán.
También en los asuntos materiales de cada día se advierte
el aliento del espíritu paulino que abraza su corazón e ilumina
sus palabras. Todo lo hace desembocar en Dios.
Las noticias históricas sobre esta primera misión apostólica
y reformadora de los “Hijos y Plantas de Pablo” son escasas.
Esta carta -sabiendo leer entre lineas- podría constituir un
documento válido para la reflexión y útil también para nosotros,
los evangelizadores de hoy.
En esta carta -como en la VII y VIII- se lee también la
firma: A.P.A., de la Angélica Paula Antonia (Negri)
Destinatario:
Al Rvdo. Padre y Hermano en Cristo, Señor Bartolomé Ferrari
y a las Convertidas, en Vicencia.
IC.
XC. +
Entrañas santas, en Cristo:
¿Por qué dudáis? ¿Acaso no habéis visto que en esta
empresa nunca os faltó nada para dar a quien lo necesitara? No hay
nada más cierto y fiable que la experiencia.
Aunque le amen, no tienen la profundidad de Pablo ni de
Magdalena; sin embargo confían en que Aquel que favoreció al uno y
a la otra, por su fe y la de ellas, proveerá a toda persona que le
sea confiada. Esté seguro que antes que usted lo pida, y en el
mismo momento de pedir, el Crucifijo le precederá y acompañará,
no solo a cada palabra suya, sino hasta en su santa intención.
Pablo decía (2 Cor. 10, 13) que él llegaría hasta donde
Cristo le había puesto el límite. Y el Crucifijo a Vd. le ha
prometido tal medida, que sus fuerzas llegarán hasta traspasar la médula
de los corazones.(Heb. 4, 12).
¿No ve que él mismo, con sus propias manos, le ha abierto
las puertas? Por lo tanto, ¿quién le impedirá entrar y cambiarlos
interiormente, hasta verlos renovados y adornados de santas
virtudes? Nadie, sea quien sea, ni demonio ni criatura alguna. (Rom.
8, 39)
Y no os desanimeis por las dificultades que se os presenten
al hablar o hacer otras cosas; porque igual que con el estudio
desaparece cada vez más la ignorancia, y el hierro con el uso se
vuelve más brillante, igual sucede en la práctica cristiana. Pablo
inicialmente no fue lo que después fue. Igual los demás.
Por lo tanto, estad seguros y convencidos que edificaréis
sobre el fundamento de Pablo, no obras de paja ni madera, sino de
oro y piedras preciosas. (1Cor. 3, 12) Y se abrirán sobre vosotros
el cielo y sus tesoros. (Hech. 7, 55)
Dulces almas nuestras, ahora os abrazamos en el estado de
perfección que esperamos podáis alcanzar con todas vuestras
facultades. ¡Oh! si estuvierais presentes, nada habría que me
impidiese abrazaros y acariciaros. Cristo querido, hazlo tu en mi
nombre.
Hijo santo, la obra que ahora está realizando yo la
comparto, y quizás se dé cuenta de ello. Ni tampoco podría
prescindir de estar siempre con usted, ya que mi corazón no puede
estar en otro lugar sino en su corazón. Por eso no tenga miedo a
equivocarse en alguna cosa, y la gran libertad que siempre le he
concedido debe serle garantía cierta de que sus obras serán de
gran provecho.
Amable Priora, no pierda el tiempo en bagatelas personales.
Aunque se considere un demonio y sumergida no sólo en el agua y en
el lodo, sino también sobre un estercolero, como le parece estar,
no haga caso de ello. Preocupese de atender con esmero a todas las
personas que le han sido confiadas y que el Crucifijo le seguirá
encomendando en cada momento.
Tú, que eres imagen y carne de mi vida, acuérdate que eres
generosa y que el Crucifijo ha sido siempre pródigo contigo; por lo
tanto, ¿cómo no podrán ayudarte los que te quieren como a si
mismo?
Y tu Francisca, al comprobar que el mal ha sido un bien para
ti, no ya por tus fuerzas, sino por las de quienes en Cristo
intentan darte vida, reconoce también que has de darles lo que ya
les das, o sea esmerándote de tu parte por contentarles de todas
las fatigas que soportaron por ti. Progresa tu, y ayuda a prosperar
a los demás, así todos vosotros.
No te recomiendo nuestras Silvestrinas, porque te están muy
recomendadas por ser tuyas. De todos modos, diles por favor cuando
quieras y te parezca, a todas y a cada una, de mi parte, todo lo que
quieras.
A los que están fuera, si te parece oportuno, escríbeles en
mi nombre; pero decide tú, ya que conoces mejor que nosotros, lo
que les hace falta. Además, el peso de otros trabajos me lo impide,
tanto que no puedo cumplir con los que debiera y me siento obligado.
Ahora quisiera escribir a mi dulce Paulina, pero no encuentro
el tiempo oportuno.
También escribiría de buena gana
a mi fiel Señora Lucrecia, pero no puedo. Tú, de mi parte
le dirás que quisiera que se pareciese a mi; que no sólo busque
progresar ella, ya que sería poca cosa, sino que también a las
otras les ayude a progresar.
Dile también a mi Decana que me acuerdo de ella y de su
hermana.
Igualmente a mi dulce señora Faustina, dile que no la olvido
ni podré olvidarla, que cuente con mi promesa.
Diles a todas que estoy unido a ellas, y que el Crucifijo me
hace amarlas por la fuerza del amor, porque son generosas.
A nuestro querido P. Fray Bono y al cura Castellino envío
miles y miles de saludos cristianos, bésales de mi parte. Gustoso
les habría escrito, pero como no puedo, discúlpame ante ellos.
Diciendo, sin embargo, a nuestro santo Padre Abad que se acuerde que
está con sus hermanos, y que el demonio quisiera tentarle para ver
si puede separarle de ellos, porque teme que le ocurra algo que no
le guste. Sabe bien por experiencia que su sencillez fue siempre
escuchada, y que jamás echó las redes sin coger grandes y buenos
peces.
Deseo ver a mi santo sacerdote Castellino; y quisiera que no
nos privase más de su presencia porque pienso llevar a cabo la obra
de San Bernabé y quiero que esté presente en la bendición
inaugural. Jamás haría tal cosa sin su presencia. Después quiero
que le des toda tu autoridad y que esté presente en tu lugar para
concluir la obra. Sé que vas a sentir que él te abandone; pero ya
que has antepuesto el amor a los demás a tu satisfacción personal,
te ruego que te prives de él y me lo envíes. Igualmente
recomiéndame a sus oraciones y pídele de mi parte que venga
enseguida, para encontrarnos al mismo tiempo y concluir el negocio.
A nuestros queridos D. Ludovico y D. Antonio, a los fieles
criados Franceschi y a nuestro mesonero maestro Andrés y a todos
los demás dales mis recomendaciones, besándoles de mi parte.
Muchos saludos también al conde Brunoro, a Julio, al
peluquero y a su mujer, a los Presbíteros don Alejandro, don Luis y
don Antonio. Quisiera que todos ellos conociesen la bondad de
nuestro P. Fray Bono, porque sé que la Adoración de la las 40
horas y otras prácticas saldrían adelante. Di a la señora
Magdalena que aprenda a conocerle. Encomiéndame a ella. Si alejas a
doña Juana avísame.
De Jerónimo, no se qué decirte, que lo hagan ellos.
Dulce vida mía, donde nosotros faltamos por cansancio,
suple tu.
Cristo bendiga vuestros corazones de uno en uno y os
comunique su mismo Espíritu.
Cremona, 8 de octubre de 1538.
P.
D.-
Si la Condesa (Torelli) no hubiese dado satisfacción a tu
hermano,
no te preocupes, porque entre hoy y mañana yo iré Guastalla y me
ocuparé
del asunto junto con Paula Antonia (Negri), la cual seque ya escribió
a
la condesa.
Si las cartas que he mandado que
escribiera D. Camilo Negri te gustan entrégalas a los
destinatarios.
Cristo le santifique.
Suyos en Cristo
Padre ANTONIO
MARIA
Sacerdote
y Madre A.P.A.
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